lunes, 17 de mayo de 2010

7. APRENDER A QUE LA GENTE NOS SIMPATICE, Y

PRACTICAR LA JOVIALIDAD.


También, contra la opinión general, no todo el mundo es tal por cual. No obstante, una de las razones básicas por las que a muchas personas no les simpatiza la gente es porque, en el fondo, están convencidas de que todo el mundo está dispuesto a aprovecharse de los demás, cueste lo que cueste. En otras palabras, hay muchos que actúan con fundamento en el dicho:”Aprovéchate, antes de que se aprovechen de ti”.

Es muy cierto que todos los seres humanos descendemos de Adán y Eva, y que todos somos muy imperfectos, pero también es cierto que casi todo el mundo es sincero. Y algo que hemos aprendido a través de los años en el trato con miles de personas, y miles de personas problema, es que la mayoría de la gente hace lo más que puede, con lo que tiene.

Esto debe damos una pauta. Esto debe hacemos caer en la cuenta de que, de haber nacido y crecido en iguales circunstancias que otras personas, no seriamos tan agradables. Hasta Confucio dijo:”Nunca juzgues a un hombre sino hasta que hayas caminado una milla con sus zapatos”.

El que la gente nos simpatice no exige una asociación; pero la actitud de que nos simpatice hará que todas nuestras relaciones sean menos tensas y libres de fricción. Una gran ayuda para que nos simpatice la gente es la práctica de ser joviales. Pero debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para lograrlo no una vez, ni dos, ni muchas veces, sino que día con día. Tal vez no seamos por naturaleza joviales. En ese caso, naturalmente no nos simpatizará la gente pero podemos practicar, y eventualmente llegar al punto en que nos simpaticen por lo menos casi todos aquellos con quienes nos relacionamos en la vida.

Otra gran ayuda consiste en convencemos a nosotros mismos de que todos los seres haciendo caso omiso de su clase, raza, religión o posición en la vida, son hijos de Dios; con un Padre común. y que entonces todos. Sin excepción, son nuestros hermanos. Si hacemos esto, entonces la clase, la raza, la religión o la posición no serán factores determinantes en nuestras reacciones hacia los demás sino que nuestras reacciones serán siempre las mismas. sin importar la clase, la raza, la religión o la posición.

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